El cerebro humano ante el miedo



El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano.


Existe miedo real cuando su dimensión está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el concepto conductista el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.

El mecanismo que desata el miedo se encuentra, tanto en personas como en animales, en el cerebro, concretamente en el cerebro reptiliano, que se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia como comer y respirar, y en el sistema límbico,​ que es el encargado de regular las emociones, la lucha, la huida, la evitación del dolor y en general todas las funciones de conservación del individuo y de la especie. Este sistema revisa de manera constante (incluso durante el sueño) toda la información que se recibe a través de los sentidos, y lo hace mediante la estructura llamada amígdala cerebral.



La amígdala es una estructura subcortical situado en la parte interna del lóbulo temporal medial. Este elemento posee conexiones con la gran mayoría del encéfalo, siendo un núcleo de especial relevancia que puede afectar al conjunto del sistema nervioso y en la funcionalidad del organismo. Su principal función es integrar las emociones con los patrones de respuesta que corresponden a estas, provocando una respuesta a nivel fisiológico o la preparación de una respuesta conductual. Asimismo, se encarga de coordinar las áreas que notan la expresión somática de la emoción y la corteza cerebral encargada del sentimiento consciente, con lo que posee un papel de gran relevancia en la valoración del significado emocional de las experiencias.

El miedo es una emoción encargada de mantenernos con vida. Se trata de un poderoso instinto que nos mantiene lejos de situaciones peligrosas, y lo hace en muchos casos desencadenando una serie de reacciones que nos hacen actuar sin darnos cuenta. Cuando la amígdala se activa desencadena la sensación de miedo y ansiedad, y su respuesta puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización.


Cuando la amígdala detecta una fuente de peligro, desencadena los sentimientos de miedo y ansiedad. La amígdala despierta la respuesta del hipotálamo y la pituitaria, que segrega hormona adrenocorticotropa. Casi al mismo tiempo se activa la glándula adrenal, que libera epinefrina, un neutrotransmisor. Ambas sustancias químicas causan la generación de cortisol, una hormona que aumenta la presión sanguínea y el azúcar en sangre y suprime el sistema inmunitario. Se trata de conseguir un aumento en el nivel de energía disponible en caso de tener que reaccionar ante la amenaza.

Las hormonas que genera tu cerebro cuando te asustas tienen el objetivo de prepararte para una posible acción muscular violenta, necesaria para huir o pelear. Esto es lo que hace tu cuerpo como respuesta:


  • La función pulmonar y cardiaca se aceleran para llevar el oxígeno a todos los músculos.
  • Los vasos sanguíneos se contraen en muchas partes del cuerpo, por eso te pones pálido o muy colorado, o alternas entre ambos estados.
  • La función estomacal y del intestino alto se inhibe, hasta el punto en que la digestión se ralentiza o incluso se detiene.
  • Los esfínteres se ven afectados de forma general, causando en algunas ocasiones una pérdida de control. Además, la vejiga se relaja (empeorando el problema anterior). En cambio, la respuesta que causa las erecciones se inhibe.
  • Se inhiben las glándulas lagrimales y las que producen saliva, así que se te seca la boca y rara vez lloras durante un gran susto.
  • Dilatación de las pupilas, visión con efecto túnel y pérdida de audición. Por eso en momentos en que estás muy asustado no ves ni oyes prácticamente nada más que lo que te asusta.

Todos estos fenómenos tienen cuatro objetivos concretos, necesarios en caso de enfrentarse a una amenaza. El primero, es aumentar el flujo sanguíneo hacia los músculos, motivo por el que se retira de otras funciones en ese momento secundarias; el segundo, proporcionar una aportación de energía extra al cuerpo, para lo que aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y el azúcar en sangre; el tercero, prevenir una pérdida de sangre excesiva en caso de resultar herido, por lo que se potencia la función de coagulación, y el último es hacer al cuerpo lo más fuerte y rápido posible, para lo que se aumenta la tensión muscular.

Una fobia es un miedo absoluto, un terror irracional hacia un objeto o situación. Se puede definir como un trastorno de la salud emocional o psicológico que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a los insectos (entomofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia). Sin embargo, no es sencillamente un miedo, pues guardan grandes diferencias.​ También se suele catalogar como fobia un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que, si bien no es un trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales, sociales y políticos, un ejemplo de esto es la xenofobia, es decir, el odio a los extranjeros o extraños.
Existen varios tipos de Fobias, entre ellos están:

La fobia especifica o simple, es un miedo intenso y progresivo o ansiedad por un determinado objeto, animal, actividad o situación que ofrece poco o ningún peligro real. Por ejemplo, el miedo a estar en lugares cerrados (claustrofobia), miedo a las multitudes (agorafobia), miedo a la sangre (homofobia), entre otros.


La astrafobia (miedo a los relámpagos) es una fobia de tipo simple.


  • La fobia social es un miedo fuerte a ser juzgado por otros y a sentir vergüenza. Este miedo puede ser tan fuerte que hace difícil ir al trabajo o a la escuela, o llevar acabo las actividades de cada día.
  • La fobia generalizada se trata del conocido trastorno de ansiedad generalizada. En este caso, la persona experimenta miedo, ansiedad y preocupación elevada ante una amplia variedad de acontecimientos.

El miedo se trata de una emoción indispensable para la supervivencia. Mientras que las fobias, son un trastorno que no tiene ninguna ventaja, sino que genera muchos daños. En ocasiones puede ser difícil diferenciar un miedo de una fobia pero la mayor diferencia radica en que ésta última es irracional, incontrolable y limitante.









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